Apenas comenzaron a correr los créditos al final de Ávatar, la nueva y súper esperada cinta del estadounidense James Cameron, me dije a mi mismo “visual y cinematográficamente no me impresiona algo así desde la trilogía de El Señor del los Anillos”; los créditos siguieron corriendo y cuando vi que los efectos especiales fueron a cargo de Weta Digital, todo encajó.
Weta es el estudio de efectos con base en Wellington, Nueva Zelanda, el cual se estableció y creció con la ayuda de Peter Jackson y todo el proyecto de Gollum y su clan, y aparte de las animaciones de Píxar, estos kiwis (neozelandeses) son los meros meros en efectos digitales de pre y post producción en el mundo. Ávatar es un claro indicio de sus avances en casi 10 años de trabajo: los actores y escenarios reales se mezclan sin casi diferencia alguna con el mundo ficticio del planeta Pandora, un mundo con una flora y fauna alucinante y unos habitantes altos y azules llamados Na’vi.
Cameron, siempre un pionero técnico, se tomó su tiempo para superarse a sí mismo. Más de una década, de hecho. Ya había asombrado a todos con el líquido metálico de Terminator 2, con los monstruos espaciales de
Pero el elemento técnico de esta película es sólo el canal para que el mensaje de la historia llegue hasta el fondo y “si perdedero”, como quien dice. El guión, con diálogos de comic pero con un concepto noble, es como si se recreara la conquista de los españoles a América… pero en el futuro y en otra galaxia. La trama consiste en que en el planeta Pandora, y debajo del lugar más sagrado de su civilización que vive en directo contacto con su medio ambiente, existe un mineral que en el futuro es una gran fuente de energía para
En Ávatar hay fantasía, mucha acción y una buena dosis de romance, todos elementos propios del “blockbuster”. Las actuaciones de Sigourney Weaver, Zoe Saldaña, Sam Worthington y Stephen Lang son buenas, pero joyas como Giovanni Ribisi y Michelle Rodríguez aburren. La película es larga, algo más de dos horas, y el ritmo baja a ratos para volver a subir a un tempo vertiginoso que puede causar dolores de cabeza a personas de la tercera edad o con problemas de la vista. Cameron es un director que además de siempre pensar en grande, se atreve a correr riesgos áreas como el casting, la musicalización y la trama, y aunque ciertos detalles no terminen de convencer el paquete completo no deja de ser admirable.
Películas como esta, y realizadores como Cameron, apasionan a niños y crean fanatismo en hombres amantes de la aventura, mientras conmueven a todos los que aprecian (y son muchos) las historias de heroísmo con toques de ciencia ficción. Esto les hará ganar mucho dinero en taquillas de todo el mundo y múltiples reconocimientos técnicos. Pero en el subtexto, Ávatar muestra que los valores del amor, la justicia, la solidaridad, y como si no fuera menos importante, el amor por la naturaleza, son el marcador de nuestro estado como civilización y que regirán el devenir de nuestras acciones futuras. Un filme completo con o sin 3D, pero no recomendaría ir a verla acompañado de aquellos que gustan de dormir en el cine o que prefieren dramas y actuaciones más convencionales.
Raúl Altamar Arias