martes, 19 de enero de 2010

CHANCE CHANCE

Después de mucha expectativa, y en un evento digno de un proyecto de peso internacional (con alfombra roja, celebridades de “el medio”, spotlights y afterparty), se estrenó en Panamá la película Chance del director Abner Benaim, y de salida la impresión dejada por el filme fue una completamente positiva.

Chance es una producción colombo panameña que a pesar de tener un presupuesto modesto para estándares de Hollywood, representa un esfuerzo altamente loable para un proyecto de la región (aparte de México y Suramérica). Tardó casi 3 años en montarse y aunque fue enviada a participar en festivales desde finales del año pasado, el estreno formal se dio el pasado 13 de enero en la ciudad donde se filmó y donde nació su director. Todo el elenco estuvo presente, incluidos el cubano Francisco Gattorno (Fernando), la colombiana Isabela Santo Domingo (Gloria) y las panameñas Rosa Lorenzo (Toña) y las gemelas Palacios (Mariví y Marité). A pesar de haber tenido una muerte en su familia recientemente, Benaim vivió su estreno y se consagró como director de largometrajes. “The show must go on”, dicen en esta industria…

Para describirla llanamente, Chance es una comedia satírica que además de causar gracia busca exponer la alienación a la realidad de los menos privilegiados por parte de las clases pudientes del Panamá de hoy, que al final ni dinero ni valores poseen en sus familias. Un candidato político está ensimismado en su imagen y en “ayudar al pueblo” (me huele a JC Navarro), mientras en su lujosa mansión de lo que parece Costa del Este sus hijas solo piensan en gastar plata y hacer pícaras travesuras, su mujer está metida en el rollo de ser la esposa perfecta (bonita, en control del hogar, socialmente activa con sus también rubias amigas) y su hijo se la pasa jugado videojuegos mientras recibe cariño y atención de las dos empleadas, una panameña y una colombiana, a quienes sus patrones les deben unas quincenas atrasadas. La tortilla se voltea cuando en las vísperas de un fin de semana a Miami las empleadas, Toña y Paquita, deciden secuestrar a toda la familia hasta que se haga justicia y reciban lo que se les debe.

El guión, escrito por Benaim y por Papús Von Saenger, no ofrece mayores sorpresas pero sí mantiene el ritmo cómico durante toda la historia, algo que cuesta lograr sobre todo en el primer intento, y al final saca la garra para dejar que la cruel realidad que inspira la trama deje su marca. La trama, con ayuda del bien seleccionado elenco, hacen que el espectador pase la impresión inicial de todo el mix de acentos para concentrarse en los personajes y en lo que tienen que decir, algo que a pesar de estar en plasmado en un contexto panameño sucede en todo el mundo. De los actores destacan Lorenzo, que usó su encanto personal para interpretar a la empleada que tira puñetes y maneja machetes, y Santo Domingo, sobre quien al final cae todo el peso y el giro dramático de la historia. Aída Morales, la actriz más experimentada del grupo que interpreta a Paquita, también tiene sus momentos intensos, ya que representa la injusticia social y el esfuerzo de superación de la clase trabajadora.

La película está bien llevada, tiene carácter propio, y demuestra que todo el bagaje y reconocimientos a nivel de documental (El Otro Lado) que ha acumulado el director le dieron herramientas para hacer una cinta profesional y de nivel. Los personajes están bien caracterizados y las locaciones usadas, aparte de la mansión de la familia, encajan perfectamente. Panamá, el país y su gente, se proyectan de una manera actual y cómica, algo que resultará fresco tanto a nacionales como a extranjeros que todavía no están acostumbrados a ver a su país en la pantalla grande, a diferencia de otros países con una tradición cinematográfica más larga como Argentina o México y que culturalmente son reconocidos en todos lados.

Admito que algunos product placements me resultaron un poco obvios, pero entiendo que al trabajar con patrocinadores para echar a andar un proyecto nuevo ciertas concesiones deben realizarse. El final de la cinta es brusco, algo pensado tal vez para dejar que el público llegue a sus propias conclusiones sobre el valor de la historia y los enredos en los que se meten Paquita y Toña.

Este es un hito en la carrera de un director que promete mucho en este género (largometrajes), y que abre el camino para el desarrollo de más proyectos y de una potencial industria cinematográfica panameña. Benaim se corrió el chance… y ganó.
Por: Raúl Altamar